miércoles, 16 de enero de 2013

Polvorones

Papá, mamá: Estoy vivo.

Hace más de un año que no actualizo el blog. Lo típico, salí a por tabaco y no he tenido tiempo. En realidad no fumo. Si fumara no estaría gordo. En realidad ya no estoy tan gordo. Con la dieta perdí diecisiete kilos. Un año después he recuperado tres. No está mal, sobre todo teniendo en cuenta que acabamos de atravesar las navidades. Estas navidades me prometí que no comería polvorones pero un día pasé por Mercadona y encontré polvorones sin azucar. ¿Quién puede resisitirse a un par de polvorones sin azucar que no saben a nada? Yo no. Y como, efectivamente, no sabían a nada algunos días más tarde tuve que comprarme polvorones tradicionales con un poquito de sabor. Compré doce ya que venían cinco amigos a cenar. Calculé a dos por cabeza (para mí comer dos polvorones es quedarse muy corto pero qué queréis vivo en la dieta eterna) pero nadie los probó. La consecuencia es que tuve que comerme los doce yo solo. Y cuando terminé llegaron los roscones. En fin, mejor no seguir.

El caso es que he vuelto. No para volver a contar a medias que vuelvo a estar a dieta sino para hablar de comida. Me gusta comer. Me gustan los restaurantes y me gusta mojar en las salsas. ¿Qué le voy a hacer? ¿Tan terrible es? Al menos no soy Hitler y, de momento no he matado a nadie. Voy a escribir un blog distinto. Quizás debería llamarlo "En la sección de dietéticos", por no, no voy a cambiar el nombre del blog porque, además, no siempre escribiré cosas que tengan que ver con la sección de dietéticos. Será un blog de temática variada. Quizás debería llamarlo "Auge y caída de un gordo sentimental". O quizás "La vida a través de mis gordos ojos". Bah, lo voy  a dejar igual. Lo llamaré "Diario de un gordo sentimental 2.0". Como en El Hormiguero, que empezó siendo simplemente "El hormiguero" y cuando no se les ocurre ninguna otra mierda le van añadiendo un número cada vez mayor. Detesto "El hormiguero" porque todo gordo que se precie tiene la obligación de odiar a Pablo Motos (y todo flaco también). Es un cretino con abdominales. ¿Me puede demandar por eso? Si me demandara confirmaría que es un cretino y si se confirmara que es un cretino podría aumentar la sospecha de que sus abdominales eran pintados. Bah, no creo que me demande.

jueves, 25 de agosto de 2011

Magdalenas... o algo así

No tienen grasa. No tienen azucar. No tienen sabor. He aquí las magdalenas de régimen. Aire rodeado de claras montadas, salvados de avena y trigo, un poquito de maicena y edulcorante. La verdad es que vistas dan el pego.



Y no me digáis que os resistiríais a un desasyuno tan apetitoso como este.



El mundo entero es un enorme vacío.



sábado, 30 de julio de 2011

Desconfianza

¿Conocéis esos anuncios de este era yo antes y este soy yo ahora? Siempre he pensado que eran mentira y que el photoshop hace muchos más milagros que la mejor de las dietas. El caso es que he hecho tres agujeros nuevos en mi cinturón. Toda mi ropa me viene grande, menos mal que son rebajas. He ido de compras. He ido de compras con bastante desconfianza porque no sé muy bien qué comprarme. Me pruebo prendas que son cuatro tallas más pequeñas que las que solía llevar y aunque me quedan bien dudo. ¿Soy yo el del espejo? ¿Durante cuánto tiempo seré así? ¿Me comeré un flan y todo volverá a ser como antes? De momento he ido a lefties, la tienda de ropa más barata que conozco. No estoy dispuesto a apostar por el flaco del espejo, la prima de riesgo sigue siendo demasiado alta y el efecto rebote podría aparecer en cualquier momento. Diez días después de entrar en la tercera fase he perdido otro kilo. La perplejidad vive a mi lado.

miércoles, 20 de julio de 2011

El gordo en el país de los flacos

Ya está. Estoy en la fase tres. He bajado cuatro agujeros en el cinturón. Soy un hombre nuevo. Mi ropa me queda grande pero... qué más da. El gordo sentimental ya no es un gordo. O sí. Según el libro de la dieta que estoy siguiendo (sí, sigo porque esto no se acaba nunca), en este momento corro un grave peligro. El efecto rebote. Según el libro soy un viajero que acaba de llegar a una ciudad que no conoce, la ciudad de los flacos. Me creo que soy como ellos porque, como he dicho, he dejado por el camino nada menos que quince kilos, pero las cosas no son así. Según el libro soy un gordo en el país de los flacos. Mi cuerpo sabe que fui gordo y está dispuesto a volver a ser lo que fue en cuanto me descuide. La nueva fase dura diez días por cada kilo adelgazado. He echado cuentas y con eso llego hasta diciembre. Me voy a poner hasta el culo de polvorones, lo prometo.

viernes, 15 de julio de 2011

Quince kilos

Cautivo y desarmado el ejército de mis lorzas, el gordo sentimental ha alcanzado sus últimos objetivos. O casi. Me queda una semana de régimen y estoy rozando los quince kilos de pérdida que me puse como meta. Este régimen se divide en diversas fases, los primeros días fueron lo que denominan la "fase de ataque", luego entré en una mucho más prolongada que ha durado dos meses y ahora, cuando por fin me parece ver luz al final del tunel, entro en la tercera fase. En la tercera fase podré comer dos rebanadas de pan, fruta, pasta esporádicamente, y podré hacer una comida a la semana en la que no me prive de nada. Me reencontraré con muchos alimentos. Serán los "Reencuentros en la tercera fase". El miércoles que viene, seré un poco libre.

miércoles, 6 de julio de 2011

¡Vivo!

Ha pasado un mes y medio desde el último post. Sigo vivo y sigo a prueba. Llevo nueve semanas sin probar el pan, ni las galletas, ni el vino, ni los dulces, ni la fruta. He visto los escaparates de las fruterías llenos de nísperos y de cerezas y me he resistido. He visto a la gente sosteniendo un cucurucho por la calle con dos bolas de helado y he conseguido no atentar contra ninguno. En el supermercado he pasado por la sección de chocolates y no me he abalanzado sobre las tabletas como un Hommer Simpson cualquiera. He cocinado aire de todas las maneras posibles y lo he degustado como si fuera el mejor de los manjares.

Hoy es cinco de julio y he perdido doce kilos y trescientos cincuenta gramos. Voy a intentar hacer un gráfico en excel para que quede constancia de cuál ha sido mi evolución.

viernes, 20 de mayo de 2011

Días 13, 14 y 15: Deliciosas tortitas

Cuando tu desayuno se limita a proteinas la cosa está jodida. No, no valen panes de esos dietéticos, ni integrales, ni sucedáneos mil, el pan está excluido. También, obviamente, la bollería. También los cereales. Tampoco puedo comer fruta. ¿Qué me queda?: Salvado de avena. El gurú de este régimen te recomienda desayunar lo que el denomina "deliciosas tortitas de salvado de avena". Según explica en su libro, el salvado de avena tiene unas propiedades maravillosas. Cuenta que un día se le ocurrió preparar para sus hijas unas tortitas a base de una cucharada y media de salvado, una clara de huevo y medio yogurt. Con eso hizo una mezcla que luego cocinó como si de una tortita se tratase en una sartén antiadherente. No lo cuenta en el libro pero estoy seguro que que sus hijas dejaron de serlo ese mismo día. "¿Qué te hemos hecho para que nos trates así? El salvado que se lo coma tu puta madre". A todos los que seguimos su método nos tortura diariamente con éste desayuno. He intentado arreglarlo con un poco de jamón pero no ha funcionado. También con un poco de "queso cero por ciento" pero no hay manera. Y el caso es que su aspecto no es tan terrible.


La única razón por la que no he quemado su libro es porque, de momento funciona. En los últimos tres días he perdido setecientos gramos, en total cuatro kilos y medio desde que comencé el régimen hace dos semanas.

martes, 17 de mayo de 2011

Días 9, 10, 11 y 12: Cheesecake

Ha habido un problema en blogger. En los últimos días no he podido actualizar. No actualizo pero sigo con el régimen. En estos cuatro días de ausencia he perdido ochocientos gramos, a razón de doscientos gramos al día. La cosa parece ir ahora más lenta. Ya contaba con ello.

Mis comidas continúan siendo deprimentes. No por los presentes sino por los ausentes. Comer sin pan o no tener una galletita o un trozo de chocolate con que acompañar el café me resulta desolador.

Me he comprado un recetario alternativo, un recetario de cosas que sí puedo comer. Para mi sorpresa en él hay postres varios, postres que enunciados parecen maravillosos. Me he animado a hacer un pastel de queso. Este es el resultado.


La pinta no está del todo mal pero la realidad de los hechos es que cuando tengo un trozo de pastel de queso en las manos dudo entre comérmelo o irme a la ducha y frotarme la espalda con él utilizándolo como esponja.

sábado, 14 de mayo de 2011

Día 8: De camino al infrapeso

Dicen en el fútbol que los errores de los árbitros tienden a compensarse, unas veces te dan y otras veces te quitan. Es cierto que dependiendo de cuál sea tu equipo puedes tener cierta tendencia a que te den o cierta tendencia a que te quiten. Mi báscula es como un árbitro, ayer me quitó, me sumió en el desamparo y me dijo que todos mis esfuerzos se traducían en trescientos gramos de más. Como cualquier hincha de fútbol protesté. "Báscula hijaputa. ¿Estás ciega?", e incluso pensé recusarla con la excusa de que no necesito un árbitro que me vigile. Luego se me pasó el enfado y esta mañana hemos hecho las paces. Me ha dicho que hoy peso... novecientos cincuenta gramos menos que ayer. ¡¡¡¡¡Goooooooooooooooooooooooooooolazo del gordo!!!!!Evidentemente es la ley de la compensación, sabe que ayer se le fue la mano y ahora intenta volver a poner las cosas en su sitio. Pero todos los humanos nos equivocamos y mi báscula empieza a tener algo de humano. Si seguimos así voy (como diría la Lomana) derechito al infrapeso.  ¡Gracias!

Día 7: Apocalipsis

Finalmente se ha producido. Algo en mi cabeza me decía que podía suceder pero yo no quería escucharlo. Tenía un mal presentimiento. Había seguido el régimen escrupulosamente e incluso había caminado bastante más de lo que me han aconsejado. Esta mañana me he subido a la báscula y he comprobado con pánico que he retrocedido trescientos gramos. Es el fin, estoy deslolado. Todas mis espectativas han desaparecido. Necesito un Dios en el que creer pero resulta que Dios no existe. Estoy solo en el universo.

S.O.S.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Día 6: Ver duras

Se han cumplido los primeros cinco días de mi régimen. Es lo que el médico denominaba "fase de ataque". Esta mañana había perdido trescientos cincuenta gramos más con lo que la fase de ataque se salda con el siguiente resultado: estoy gordo pero peso dos kilos ochocientos cincuenta gramos menos. No está mal. Se supone que a partir de ahora entramos en una fase menos virulenta. Se supone, sí, pero no es verdad. La diferencia entre la primera fase y la segunda es que, en esta segunda fase, mi dieta se compone de proteinas y... verduras. Sí amigos, el gran premio para estos días de sufrimiento es que, a partir de ahora, las verduras regresan a mi vida. "A la felicidad a través de las verduras", ese es el lema. Pero, ¿existe alguien en todo el planeta capaz de afrmar que las verduras le dan la felicidad? Si es así, que lo encierren.

martes, 10 de mayo de 2011

Día 5: La báscula

He pasado años sin subirme a una báscula. Años no, lustros. Lustros no, décadas. La báscula era un artilugio innecesario. Qué más daba cuánto pesara. Qué mas daba si eran ochenta u ochenta y cinco. Los datos son importantes si uno está dispuestos a utlizarlos de alguna manera pero, si no es ese el caso, la información no sirve de nada. Yo no estaba dispuesto a dejarme influir por la información que la báscula pudiera darme así que las básculas eran objetos perfectamente prescindibles. Ahora llevo tres días pesándome. Con hoy ya son cuatro. Me peso cada mañana antes de ducharme y espero buenas noticias. Mi báscula se ha convertido en un objeto capaz de proporcionar felicidad. Hoy no ha sido el caso, solo he perdido ciento cincuenta gramos. Todos mis cálculos de ayer echados por tierra. Si cada día adelgazara ciento cincuenta gramos necesitaría una semana para adelgazar un kilo. ¿Cuántas semanas de régimen estaría dispuesto a soportar si esa fuera la recompensa? No lo sé. Quizás no muchas. Puede que esta sea una batalla larga.

lunes, 9 de mayo de 2011

Día 4: Cálculos

Esta mañana he vuelto a pesarme. Quinientos cincuenta gramos menos. En tres días he acumulado una pérdida de un kilo ochocientos cincuenta gramos lo que quiere decir que, si cada kilo es un año menos, he regresado al 2009. Ya sé que no es un cálculo realista pero si se mantuviera esta progresión perdería cuatro kilos trescientos gramos a la semana y, en un mes, habría perdido diecisiete kilos. Habría regresado a 1994. Gobernaría Felipe González, Indurain estaría ganando Tours de Francia y no habría habido ni Prestige ni guerra de Iraq. Yo estaría en la Facultad decidiendo qué hacer con mi vida y en la radio sonarían Amistades Peligrosas, Presuntos implicados, Celtas cortos y Maríah Carey. Casi prefiero no adelgazar.

domingo, 8 de mayo de 2011

Día 3: El agua

La clave de los regímenes está en beber agua. He de beber dos litros de agua al día. Creo que nunca he bebido tanta cantidad. Tengo un vaso de Coca Cola con una capacidad de treinta centilitros, más o menos como cualquier lata. Me he bebido uno entero nada más levantarme. Luego otro de té con hielo. Cuando me iba a enfrentar a las tres lonchas de jamón del desayuno me he dado cuenta de que mi estómago parece un colchón de agua. Así es fácil no llenarlo de otras cosas.

Tras dos días de régimen estricto he perdido un kilo y trescientos gramos.

¿Será verdad que la cosa funciona?

sábado, 7 de mayo de 2011

Día 2: Adiós amigos

Ayer vacié mi nevera. Me despedí de la fruta (que he de reconocer que no era la base de mi dieta), del chocolate, de las salsas (excepto la de mostaza). También me libré de dos cajas de galletas que compré en mi última visita a Ikea, unas de chocolate y las otras de mantequilla. Fue como despedirse de los amigos después de unas vacaciones. Hubo emoción y alguna lágrima.

Resultado del primer día de estricto régimen: seiscientos gramos menos.

Habrá que esperar a mañana para comprobar si esos seiscientos gramos de menos que marca la báscula se deben al azar, a un error en la medición, a las fluctuaciones de la ley de la gravedad o a la dieta. ¡Espero que sea a esto último!

viernes, 6 de mayo de 2011

Día 1: Supervivientes

He empezado el régimen. Básicamente se trata de comer proteinas. Nada más. Bueno, también lácteos con un cero por ciento de materia grasa. Un festival, vamos. He ido a la compra y he comprado jamon cocido, pechugas de pollo y yogures. Esos son los tres pilares sobre los que se asentará mi existencia. Mi supervivencia. La consigna es esa, sobrevivir.

Ayer empezó una nueva edición de "Supervivientes". Hace años veía ese programa. Ahora ya no. Me encontré con él haciendo zapping. Vi a Paquirrín sentado sobre un tronco en espera de nominaciones. A él si que le espera una buena dieta. Veremos quien muere antes.

jueves, 5 de mayo de 2011

Madrid, año cero

Supongo que otros lo han hecho antes que yo, que no soy el primero ni el más original. No me importa, no es eso lo que busco. Me llamo... qué mas da cómo me llame. El cómo me llame no tiene sentido ya que, desde esta mañana he pasado a ser "Cien Kilos". Ese es mi verdadero nombre: "Cien Kilos". Cien el nombre, Kilos el apellido. Una cifra redonda pero un nombre horrendo.

Hace veinte años pesaba ochenta. Era, decían, un peso acorde con mi altura. Durante los ultimos veinte años he ido subiendo a kilo por año. No es mucho. Un kilo es algo asumible para un periodo de tiempo tan largo como es un año. Esta es la perspectiva optimista. La pesimista es que aspiro a vivir al menos cuarenta años más y, si las cosas siguen al ritmo actual,  por entonces pesaré ciento cuarenta. Estaré muerto. Seré un gordo muerto, inmóvil, sobre una cama con las sábanas sudadas. Seis bomberos me bajarán en camilla por las escaleras y los vecinos se asomarán a verme. Susurrarán. Una de mis manos, inerte, irá golpeando escalón tras escalón mientras me bajan. Una ambulancia  esperará a la puerta de mi edificio obstaculizando el tráfico. Sonará un claxon. Tétrico.

Necesito ponerme a régimen.